No intentes cambiar tanto lo externo, que a veces es fácil, cuanto tu vida interior. Es en los cimientos, en aquello que no se ve, donde se sustenta la grandeza, el peso y la belleza de un edificio. ¿Dónde tienes tú corazón? ¿Hacia dónde está inclinado? ¿Es tu tesoro Dios? ¿Se resiste a lo humano o a lo divino? ¡Piénsalo!
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